no se regalan?
por Claudio Tuñon
Supongo que como en toda “leyenda” o “creencia”, debe de haber varias fuentes de origen.-
Yo había escuchado algo mas autóctono y simple.- Según parece en los
albores de la PATRIA, cuando el gaucho empezó a galopar las pampas, con
el facon en la cintura, cobijado con su poncho y dialogando solo con el
caballo, sus esporádicas paradas en los boliches, lo llevaban a
compartir unas limetas con otros gauchos en similares condiciones.- Allí
florecian amistades instantáneas y de corta duración.- El gaucho, por
vivir en el desamparo y la soledad, no acostumbraba a aceptar
pensamientos diferentes u otros puntos de vista, su palabra era LA
VERDAD, y si era puesta en duda, la gresca era inminente.- Mas aún
“adobado” por el alcohol.-
Dicese entonces que un atardecer borrascoso, entre nubarrones y truenos
distantes, con el olor de la humedad preanunciando el chaparrón, dos
gauchos trabaron amistad separados por la limeta de ginebra.- En un
arranque de simpatía, el Zoilo (asi se llamaba el domador) le regala su
cuchillo al Zenón ( como se lo conocía al arriero), este, sin dudarlo le
retribuye con el suyo, y alegremente siguen disfrutando del ardor que
la bebida deja en sus gargueros.-
Pero, una vez que fuese procesado por el hígado el alcohol y sus vapores
inundasen el cerebro de ámbos, surgió la disputa, que un alazán es mas
veloz que un tostau……………y ya salieron para afuera, sin importarles que
las primeras gotas de lluvia azotaran contra sus caras, manotearon los
cuchillos (cada uno con el cuchillo regalado del otro), salpicó la
primera sangre diluyéndose entre el barro, algunas puñaladas certeras, y
domador y arriero, cayeron en brazos de la parca………….alcanzó a murmurar
uno de ellos……”¡¡¡ me has matado con mi propio cuchillo……!!”…………..y
ante la mirada asombrada de los perros que despedian a sus dueños, el
pulpero, testigo impávido del acontecimiento, sentenció……SE LO HUBIESE
VENDIDO AUNQUE SEA POR UNA MONEDA………arreciaba la tormenta como
asociándose al drama, los caballos relinchaban nerviosos por el olor de
la muerte, y aquella sentencia se disipó en el aire pero permaneció
amarrada al recuerdo hasta nuestros dias.
De ahí la creencia de vender por si retorna el regalo en agresión.